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Sobre el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras

Autor: Penélope Toro León

Hoy 8 de marzo es el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras. No “el día de la mujer”. No un día para celebrar. No un día para comprarnos flores, pasar mensajes cursis o “llevarnos a comer”. Es una fecha conmemorativa de la memoria de las mujeres declaradas en rebeldía; de las 129 asesinadas en el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist en 1908, y en general de todas las mártires y organizadoras que han marcado a marzo como el mes de las luchas feministas en el mundo.

Ciertamente, ahora todos los días es el día de algo y no terminamos de procesar uno, cuando al día siguiente es el día que nació alguien, murió alguien, pasó algo importante o inventaron el agua tibia.

No obstante, pensemos en lo siguiente: esta efeméride fue creada con el objetivo -como todas las efemérides- de sensibilizar a la colectividad; en este caso sobre un hecho en particular que, de no tenerlo en cuenta, la humanidad corre el riesgo de quedarse en el retrógrado, exterminador e insostenible aparato/sistema que gobierna desde hace más o menos 10 siglos y que nos está llevando a la hecatombe: el patriarcado. No, el capitalismo como la gran mayoría de las personas arguye. El verdadero “sistema” es el patriarcado, el capitalismo es un modo de producción, el neoliberalismo un modelo económico y de gobierno; ambos subproductos del anterior que les da fundamento y sostén por intermedio de la desigualdad y la dominación.

Prestemos especial atención a este término: sostenible. El mundo se ha dado cuenta de que la violencia contra las mujeres es un obstáculo para alcanzar dos metas en las sociedades que, siendo prioritarias, llenan las agendas de desarrollo de las organizaciones multilaterales: justicia y sostenibilidad.

Foto clásica: huelga de mujeres obreras en Rusia (1917)

Vale la pena en este punto hacer un inciso para conocer de la mano de la bióloga y especialista en ecología mixta y aplicada al área social Carmen Faviola Suárez, sobre la diferencia entre dos términos indispensables en la discusión: sostenible y sustentable. El desarrollo sostenible es una situación dada dentro de un sistema X que se puede mantener en el tiempo. Cuando el sistema no es capaz de sostener cierta circunstancia, se derrumba. “Supongamos una mesa. Está diseñada para soportar cierto peso. Si se le coloca más de lo que ella puede soportar colapsa. Un ejemplo de ello son los deslaves o ʹdesastres naturalesʹ, que no son desastres, el desastre es el ser humano”, dice la especialista.

Lo sustentable se refiere a los materiales requeridos para ciertos procesos o proyectos. “Que yo tenga un mineral por siempre, una tierra nutrida por siempre, en determinado proceso de producción”. Estos dos factores se complementan. Un proyecto no es sostenible si los elementos que requiere no están a la disposición por el tiempo en el que se va a desarrollar el mismo, es decir no será sustentable.

Una sociedad que no es justa no es sostenible. Colapsa, se derrumba, puesto que la injusticia supone daños irreparables en el entorno donde se pueden desarrollar los valores básicos, y los no tan básicos, para la vida.

Actualmente la violencia hacia las mujeres ha sido catalogada como un problema de salud pública y según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es endémica: existe en todas las culturas. Por un lado, este tipo de violencia afecta no sólo a las mujeres en su salud integral (mental, emocional, física), sino que también a niños, niñas, adolescentes, descendientes y ascendientes, a personas de la tercera edad y/o que requieren de cuidados, personas con discapacidad dentro del seno familiar; a lo que se le denomina violencia vicaria y violencia familiar.

Por otra parte, las sociedades han visto con sorpresa que desde que se están tomando medidas para sancionarla y erradicarla, las cifras de la violencia basada en género han ido en aumento progresivo. La situación pandemia fue uno de sus momentos pico, es por ello que se ha denominado la otra pandemia, la oculta. Además, se conoce que las mujeres que viven sometidas a cierto tipo de violencia machista por periodos prolongados, cuando no son asesinadas en el proceso (femicidio) o se suicidan a través de lo que se conoce como el suicidio inducido, son afectadas de por vida a causa del estrés post-traumático por problemas de salud no transitorios, como el cáncer, la diabetes o la fibromialgia.

Todo esto lo que quiere decir es que la violencia creciente, sistemática y específicamente dirigida a las mujeres está afectando a la sociedad como un todo, desde los sistemas de salud pública, los sistemas legales que no se dan abasto con las reformas cada vez más constantes a las leyes, la atención multidisciplinaria que se debe activar, las casas de abrigo, los centros de atención telefónica, el acompañamiento, etc.

Se estima que el 30% de las mujeres a nivel mundial ha sufrido alguna vez violencia de género. Para el año 2017 87.000 mil mujeres habían sido asesinadas en el marco de sus relaciones íntimas o cercanas. Según datos de 2018 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ocurre un femicidio cada dos horas y media en Nuestramérica.

No es entonces raro que actualmente se dediquen internacionalmente al menos 20 fechas alusivas a la lucha por la equidad de género en el calendario anual. La creciente disparidad y violencia ha activado alarmas que, no es de extrañar, han encontrado férreas intenciones de silenciar, con una abrumadora embestida antifeminista sobre la cual conversaremos en otra entrega. Sin embargo, la angustiosa noción de un hecho llamado violaciones moralizadoras sobre el cual la antropóloga brasileña Rita Segato ha investigado, nos da una idea de por dónde van los tiros.

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Veamos cuáles son estas fechas conmemorativas y sus breves historias:

El 8M, Día en el Internacional de Las Mujeres Trabajadoras. Aunque La Organización de las Naciones Unidas (ONU) a partir de 1977 declara este día como el “Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Mundial”, ya en el año 1910 en la II Conferencia Mundial de Mujeres Socialistas, la lídera comunista europea Clara Zetkin, propone el 19 de marzo como “El Día de la Mujer Trabajadora”. Más recientemente en los grupos y colectivos feministas alrededor del mundo se enfatiza que es importante mencionar la pluralidad: “las mujeres”. No hay una sola manera de ser mujer, eso es justo lo que desea la hegemonía patriarcal. Con el sustantivo en plural honramos la diversidad. Aunado a esto la palabra “trabajadoras” es infaltable, dado su origen obrero, establecemos una pertinente diferenciación con el seudo feminismo burgués. Dentro de la cadena jerárquica de licencias sociales que posee una u otra clase, una u otra raza; las mujeres que no son pobres, ni negras o indígenas son acreedoras de beneficios que a menudo no están dispuestas a ceder en su posición privilegiada dentro de la escalera de la sociedad de dominación; es a lo que se le denomina la intersecconalidad. Y por ello la lucha de clases atraviesa diametralmente al feminismo auténtico. 

El 25 de noviembre se conmemora El Día Internacional por la Erradicación de Todas las Formas de Violencia hacia las Mujeres, gracias a activistas que en 1981 protestaron por el hecho de violencia de Estado, es decir el feminicidio, de las tres Hermanas Mirabal, asesinadas por el dictador Rafael Léonidas Trujillo en República Dominicana en 1960; quienes tal como refleja la página oficial de la UNESCO, “(…) fueron brutalmente asesinadas por mujeres y activistas”. 

A su vez, este día, el 25N comienzan los 16 días de activismo (algunas dicen que son 15, otras 16, otras 21), por la NO violencia hacia las mujeres, en cuya influencia no podemos omitir la mención a la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, conocida como la Convención de Belén du Pará en Brasil, cuyos acuerdos en 1994 se volvieron vinculantes tributando a gran cantidad de legislaciones en Nuestramérica y en el mundo; incluyendo nuestra Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LOPDMVLV) de 2007.

Otra de las fechas importantes es el 17 de octubre día de la Marcha de las Mujeres, en la que grupos y colectivos feministas en todo el mundo redactan documentos con críticas precisas y los entregan a instituciones regionales e internacionales. Con la consigna “cambiar el rumbo”, se ha alertado sobre el hecho de que sin la transversalización de la desigualdad de género en la agenda 2030: pobreza, desigualdad y cambio climático; los objetivos no podrán cumplirse. Lo que ha dado origen a las famosas ODS 5.

Algunas de esas demandas han hecho que las legislaciones se actualicen afinando aspectos como el enfoque de género, el feminista, de derechos humanos, lo intercultural, integralidad, generacional y de interseccionalidad; contenidas por cierto en la reforma a LOPDMVLV en 2021 en Venezuela. Entre estas críticas una que se encuentra en pleno debate es la del lenguaje inclusivo, el cual no solo se trata de incluir el género femenino la comunicación oral y escrita. Se trata de la eliminación de todo tipo de discriminación racial, social, sexual y cultural, tomando en cuenta que “(…) el lenguaje es uno de los factores clave que determinan las actitudes sociales y culturales”. 

A esto se le suma el Día Internacional de las Niñas y Las Mujeres en la Ciencia el 19 de febrero y el 28 de septiembre Día de la Acción Global por el Aborto Legal y Seguro, el cual, por razones obvias, no ha sido adoptado por organismos oficiales. Por último y no menos importante, pronto, el 30 de marzo se le dedica a las Mujeres Trabajadoras del Hogar, remuneradas y no remuneradas. Visibilizando el trabajo doméstico como una jornada laboral y que muchas mujeres, sobre todo en condiciones de pobreza, son doble y triplemente jornaleras. 

Con estas cansonas líneas, espero que toda persona lectora comprenda que la inequidad de género, la disparidad social de género, el machismo, la discriminación a la diversidad, tanto sexual como cultural; no son conchas de ajo. Ésta, en todos los ámbitos de lo social, incluyendo el habla, la gestión, la comunicación, las crianzas, NO es un asunto que nos concierna únicamente a las mujeres y a las feministas. Es ya un mandato para la supervivencia de la especie y del planeta, un mandato que nos dejó el Comandante Chávez para el vivir viviendo.

– texto extraído de “La inventadera

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